Opinión
Reflexiones de verano
21/02/2022
Reflexiones de verano
I. Detente, inhala profundo, retén el aire y exhala. Tus pulmones se llenan y puedes percibir cómo palpita tu corazón. Millones de células están haciendo su trabajo sin que tengas noción de ello. Silenciosas, llevan el ritmo de tu existencia en armonía.
Una red neuronal permite que nuestro cerebro interactúe con nodos conectados entre sí extendiéndose a miles de terminales nerviosos llevando la información y coordinando funciones complejas y simultáneas. Dentro de ese aparente caos reina un equilibrio. Comienzas el día contemplando el paisaje y agradeciendo estar vivo. En Chile, en lo que va del año, llevamos un cuarto de los contagiados de toda la pandemia, pero gracias a los efectos de la vacuna, esto no se ha reflejado en mayores muertes. La coordinación de autoridades sanitarias, equipos médicos y relaciones internacionales han permitido que en Chile el acceso y cobertura de vacunación nos proteja frente a la amenaza de una pandemia que no se quiere acabar.
 
II. Observas el volcán inmóvil a lo lejos, enfrentado a un lago de aguas turquesas, y el casi imperceptible tránsito de unas nubes te hacen recordar que hay vida y movimiento a su alrededor. Oscuras cicatrices en su lecho dan cuenta de erupciones y ríos de lava que han ido cambiando su morfología. Nada es permanente, te repite una voz interior que conoces desde siempre. La naturaleza no se inmuta ante el aumento del IPC más grande en casi 20 años. Respuesta del mercado financiero ante la excesiva liquidez y la irresponsable acción de diputados en campaña. La vibración de la naturaleza tiene una frecuencia que genera armonía. La naturaleza humana a veces no.
 
III. Te asombras con el documental “El Fantástico Reino Funghi”. Los micelios son la parte oculta y hasta ahora casi desconocida de los hongos, son millones de hebras que conforman una red de filamentos conectados entre sí. Son la forma como se comunican los árboles y mantienen el equilibrio de distintos ecosistemas, convirtiendo material en descomposición en nutrientes para el suelo. Con un diseño similar al de nuestro sistema neuronal, los micelios regulan el suelo, sus nutrientes y los bosques. Tienen el potencial de curar e incluso salvar al mundo. Todo es cohesión perfecta, desde la muerte y descomposición emerge vida nueva. Mientras, en la convención constitucional vemos grupos atrincherados en sus posturas que hacen difícil el diálogo y llegar a acuerdos. Sin duda, una luz de alerta para el equilibrio de nuestro ecosistema. ¿Cómo aprendemos del micelio para llegar a una comunicación profunda que nos lleve a establecer nexos y lograr que lo que se está descomponiendo genere vida nueva?
 
No es un accidente que las neuronas, los micelios e incluso los humanos necesitemos organizarnos de forma similar. Es sólo desde una perspectiva colaborativa que la supervivencia humana es posible. El planeta puede vivir sin nosotros. Despertemos la capacidad de conectar al micelio humano.


Rosario Navarro