Por: Amy Kazmin, Financial Times
Las 20 imágenes colgando en la galería Nature Morte de Nueva Delhi son casi nauseabundas: la textura rojo oscuro de la carne humana, aparentemente las entrañas de una pierna, o de un hombro. Tripas irreconocibles.
Pero quizás lo más inquietante es que la muestra titulada La clase de anatomía del Dr. algoritmo fue creada íntegramente por inteligencia articial. Las imágenes forman parte de una exposición denominada Gradient Descent, que consiste en trabajos originales generados por IA con siete artistas internacionales.
Para desarrollar la muestra del Dr. Algorithm, el artista radicado en Bangalore, Harshit Agarwal, master del MIT Media Lab, entrenó a su computador con videos de disecciones quirúrgicas. La inteligencia articial luego generó sus propias imágenes de cirugías.
“Siempre se piensa a los humanos en términos de cognición y siempre se piensa a las máquinas en términos de hardware”, dijo Agarwal frente a una audiencia cautiva en un salón en vísperas del lanzamiento. Con esta pieza, comentó, “se está abriendo la caja negra del hardware humano a la máquina”.
Con predicciones de que la computación cognitiva se hará cargo de los trabajos humanos, conduciendo al desempleo, Gradient Descent cuestiona la naturaleza del arte. “Este es un género que está naciendo”, dijo el curador Karthik Kalyanaraman frente al salón. “Todos necesitan empezar a preguntar qué diferencia el sello del humano del de la máquina”, agregó.
Muchos artistas han explorado las implicancias de las fronteras de la inteligencia articial. Pero Kalyanaraman recalca que Gradient Descent es una de las primeras muestras de arte en grupo completamente hecha por algoritmos. No es de extrañar que el día del lanzamiento estuviera repleto.
“La creatividad es el clímax de la humanidad. Ver que nos quitan eso es un poco perturbador”, dice el artista digital localizado en Reino Unido, Jake Elwes, cuyo trabajo Closed Loop es un video de 200 minutos de conversación entre dos modelos de inteligencia articial: uno genera imágenes abstractas, mientras otro las titula.
Closed Loop es interesante de ver por un rato, una especie de test de Rorschach para las máquinas, que claramente no están de acuerdo sobre qué es qué. Sin embargo, la muestra levanta una pregunta de antaño: ¿esto es arte? Si la respuesta es sí, ¿quién es el artista? ¿El humano que entrena a la máquina con datos visuales, o el algoritmo? Por supuesto, implícito en todas estas conversaciones está la duda de si la inteligencia articial, en alguna manera esencial, nos reemplazará.
Para el artista radicado en Nueva Zelanda, Tom White, quien expuso interesantes representaciones abstractas creadas por máquinas de objetos, tales como un violonchelo, un ventilador de techo, un insecto y un tiburón martillo, la respuesta es clara. “Pienso en el computador como una herramienta o –si soy gentil– como un colaborador”. Y agrega: “Estoy preparando un sistema donde el computador puede expresarse a sí mismo. Pero la intención es mía. Quiero que la gente entienda cómo la máquina ve el mundo”.
Mario Klingemann, un pionero en el arte de inteligencia articial de Múnich, coincide: la inteligencia articial es solo una herramienta que él entrena y dirige. “Yo soy el artista. No hay cuestionamiento. ¿Considerarías a un piano el artista?”, sugiere.
Según Klingemann, la raíz del arte está en la inspiración a través de las interacciones humanas con las personas, los lugares y las ideas. Pero, replica, en un mundo digital que va en incremento, los algoritmos tienen una reserva aún mayor de material.
Sin embargo, dice, el arte tiene un segundo aspecto: su valor de escasez. Los artistas de inteligencia articial nunca sabrían cuándo parar. Pero Klingemann lanza un pensamiento nal: puede que no seamos tan distintos de la inteligencia articial como creemos. “Todos somos productos de la información que nos llega”, me dice. “La procesamos y publicamos otra cosa”.
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