Otros observaban con cautela pues, aunque la incertidumbre del resultado estaba resuelta, esta no borra por arte de magia el miedo al riesgo que supone enfrentar un cambio.
Hace algunas semanas, en el marco de un ciclo de conversaciones acerca del futuro que organizamos en Idemax, tuvimos la oportunidad de intercambiar visiones con agudos analistas como Alec Ross y Cristóbal Bellolio. En ese contexto, ambos abordaron el surgimiento de la furia como expresión, síntoma y combustible del convulsionado escenario político y social, donde la incertidumbre y las tensiones producto de las crisis medioambientales y económicas, se han visto muchas veces apalancadas por la ultra digitalización y el exceso de información y de datos. Nosotros creemos que el futuro se diseña y que solo conversando e intercambiando ideas podremos encontrar las pistas para navegar más seguros y bien orientados en este momento histórico.
Desde hace años estamos viviendo una serie de crisis políticas e institucionales en América Latina, que ha ido de manera a veces poco visible pero sostenida minando los cimientos de nuestras democracias. Esto ha tenido un impacto negativo en las economías y en un aumento de la pobreza que ha obligado a cientos de miles a migrar a países más prósperos a buscar suerte. En Chile estamos en medio de un proceso constitucional que definirá el marco dentro del cual avanzaremos en las próximas décadas. Coincidimos con quienes creen que estamos viviendo el cierre de un ciclo político-institucional y que se está trazando uno nuevo.
La pregunta que debemos hacernos es cómo somos capaces de adaptarnos a la reconfiguración que se está generando en nuestras sociedades, esto exige asumir la incertidumbre y abrazar el riesgo que implica hacer las cosas de manera distinta a cómo lo hemos hecho hasta ahora. La gran mayoría de los chilenos queremos un futuro más próspero donde haya una convivencia cada vez más sana donde se respeten las distintas visiones y opciones de vida. Pero para que esto sea posible, todos debemos asumir que es la colaboración público-privada, la activación de un proyecto común donde más que la búsqueda de la diferencias, sepamos explotar nuestras coincidencias, que estoy segura serán muchas más las que vayamos encontrando cuando nos sentemos a conversar y nos miremos a los ojos unos con otros. Estoy convencida de que está en nuestras manos lograr un país más próspero, sostenible, inclusivo e innovador.
El mundo nos está mirando y tenemos la oportunidad de hacer las cosas de forma distinta. Creo que nuestro nuevo Presidente tiene plena conciencia de la magnitud del desafío que tiene por delante, pero también de la enorme oportunidad que tiene para unir al mundo público y privado en torno a un objetivo común alineado con las necesidades y sueños de la gente. La voz empresarial tiene mucho que aportar para este nuevo Chile que queremos construir, invito a todos quienes hacemos empresa a sumarnos al objetivo común y ser un aporte en la titánica tarea. Parafraseando el verso escribió Zurita en el desierto: sin pena, ni miedo.