La pandemia ha causado estragos en todas las industrias, exacerbando un estrés operacional y una presión en la contención de costos. A pesar de eso, muchas empresas están entendiendo que la sostenibilidad futura post covid depende de consolidar nuevos modelos de negocio, los que demandan una nueva forma de relacionarnos con el mercado y su entorno. A diferencia de la reacción post estallido social, en donde primó la contención y la paralización, hoy prima una vocación por evolucionar y transformarse, en un contexto donde hay consenso en que estamos frente a una “nueva realidad”.
Por esto, como directores y ejecutivos de empresa, debemos empezar a preguntarnos cuáles son las “recetas” necesarias para que nuestras empresas sigan siendo exitosas y sustentables en el futuro. Un buen chef siempre sabe qué ingrediente secreto realzará los sabores de su plato estrella. En esta reflexión los ingredientes no son secretos, los conocíamos hace años pero hoy se nos hacen más nítidos.
La primera receta exige tener un propósito resonante. Cuando algo “resuena” es porque “a un otro” le importa, le hace sentido y lo moviliza. Por lo tanto, no se trata de simplemente declarar que la empresa tiene un propósito. Lo importante es si ese propósito resuena con las comunidades internas y externas, con el cliente y la sociedad. Esencial preguntarnos, ¿cuánto de lo que las empresas hacen le importa a las personas?, ¿las personas valoran la existencia de estas empresas? Esas simples pero profundas reflexiones son la llave de acceso para poder operar en una sociedad cada vez más cuestionadora y crítica con el quehacer empresarial.
La segunda receta pasa por ser ágiles para tomar decisiones y adaptarse a los cambios. Procesos de transformación que antes tardaban meses o años, se condensaron en pocas semanas. Muchos se preguntan entonces, ¿por qué ahora sí y antes no?, ¿cuando pase la pandemia, volveremos a foja cero o nada será como antes? La respuesta ante estas incógnitas, es que debemos entrenar nuestra capacidad adaptativa, porque la velocidad de los cambios nos va a exigir, como nunca antes, tener este atributo. En la era “pre pandemia”, podían pasar muchas reuniones de directorios para poder aprobar un proyecto o inversión. Hoy esto se puede hacer en una reunión por zoom.
Otro ingrediente importante implica comprender la idea de una sostenibilidad profunda, no como algo residual que se hace después de haber cumplido la función de maximizar retornos para los accionistas, sino que como parte del core del negocio. Esto convierte el quehacer de la empresa en algo más holístico y complejo, donde se debe evaluar el impacto que sus acciones tienen, no sólo sobre sus accionistas, clientes, trabajadores, proveedores y aliados de negocio, sino sobre la comunidad, la sociedad y la ciudadanía.
Finalmente, es imperativo contar con ecosistemas de colaboración y alianzas. Hoy no se trata de quien llega primero, sino de cómo podemos armar alianzas con pymes, contratistas, startups, porque juntos se puede crear más valor que haciéndolo de manera independiente. Debemos descubrir métodos para aprender de otros y colaborar para que la cadena de valor completa sea virtuosa, cediendo poder, en lugar de entrar en la lógica del control y el abuso. Solo cuando dejemos ir los paradigmas del pasado podremos, como un buen chef, tener realmente el sartén por el mango.