Opinión
Chile Tricolor
20/09/2021
Chile Tricolor
Septiembre siempre ha sido uno de mis meses favoritos, los días empiezan a ser más largos, las tardes más cálidas, y los ciruelos y aromos florecen.

Cuando niña, mi festividad favorita era el “dieciocho”, me producía gran alegría y sensación de comunión al ver que millones de personas de todos los rincones del país celebrábamos alegremente y sin culpa sólo el hecho de ser chilenos, practicando y compartiendo bailes, comidas, rituales y juegos tradicionales. Si bien la diversidad de tradiciones era algo manifiesto, la Tirana colorida, el baile sureño del costillar, y el curanto que es capaz de levantar a un muerto, estos nunca fueron motivo de peleas ni de desencuentros. La Convención Constituyente, con sus coloridas banderas e inédita diversidad de miradas, prospectaba una nueva manera de relacionarnos como chilenos, pero los acontecimientos de las últimas semanas han ido resquebrajando las confianzas y fragilizando la oportunidad de construir algo desde el diálogo. Hoy la tónica parece que pasa exclusivamente por exigir e imponer las propias creencias y costumbres. La instalación de dogmas inamovibles está destruyendo los espacios de convivencia en la diversidad, tan necesarios para ir construyendo la constitución.


En el mundo de la empresa es sabido que, para poder innovar, evolucionar y crecer de manera sostenible, se requieren entornos y personas diversas, mujeres, migrantes, jóvenes y experimentados profesionales, de distintos perfiles y formaciones, son piezas fundamentales para la generación de valor en un mundo cada vez más complejo e interconectado. En el viaje del ir descubriendo territorios nuevos de oportunidad, la divergencia de miradas es necesaria, y mientras más diverso y abierto sea el ejercicio de diálogo y confrontación de argumentos, el análisis de los datos y experiencias, la iteración irá avanzando de mejor manera para llegar al destino deseado. Lo mismo pasa en todas las iniciativas colectivas para cumplir un objetivo concreto. Para dar respuesta a problemas nuevos y desconocidos no basta saberse de memoria las respuestas del pasado, es dejar de lado los prejuicios sociales, culturales e ideológicos y recorrer sin miedo el camino de lo incierto. Esto parte por ser capaces de ver el dolor de quienes han sido desplazados y dejados de lado por el progreso. En miles de organizaciones la estrategia pasa por “poner al cliente al centro”. Lo mismo deberían hacer los políticos, constituyentes y todos quienes intervienen en lo público, poner al ciudadano al medio. No pensar qué es mejor para nosotros, para nuestra agenda, para mi grupo, para mí.  El futuro se diseña, se gestiona, construyendo prototipos para probar, escalar y crecer. Estos procesos no garantizan evitar el error y la falla, pero requieren tenacidad, apertura y mucha conversa para alcanzar las metas propuestas. La innovación sin riesgo no existe. Y eso emprendedores y empresarios lo sabemos desde siempre. Esperemos los constituyentes se atrevan a salir de su zona de confort,  para tejer un diálogo que florezca. Esto no significa que todos bailemos la misma tonada, pero más que vestirnos de huaso, de mapuche, de chilote, de rapanui, nos pongamos en los zapatos de nuestros compatriotas, para que no desafinemos aunque cantemos en otras lenguas, escalas, ritmos y tonos.

Rosario Navarro B. Partner IDEMAX